Exposición en la Caja Rural de Granada en 1996

José Almonte, torna, como motivo de inspiración, a la España romántica de la segunda mitad del siglo XVIII y la primera del XIX. Con sus pintorescos atavíos, y la alegría de vivir discurren en sustitución más animada toreros y majos, damiselas de abanico que sonríen parlotean y deambulan entre regocijo y goce. Tales son los temas de este amable pintor sevillano.

La gracia y la ligereza con que toca la pintoresca indumentaria de sus personajes, sobre todo la femenina, la agilidad y corrección del dibujo, la excelente distribución de las masas, la luz alegra y
finalmente matiza, todo coadyuva al buen efecto de estos cuadros.

En su exposición, se encuentran además de sus tan agradables cuadros de costumbres, bodegones, floreros y miniaturas. Estas naturalezas muertas las selecciona por su valor e intensidad cromáticas, lo que las hace muy vistosas sin mengua de su naturalismo.

Pintura muy agradable, fácil de comprender y rica en valores positivos de bien hacer, gusta mucho al público.

Marino ANTEQUERA
Del Ideal de Granada, 1976